
No es rabia, es dolor: cuando las emociones se disfrazan para sobrevivir
julio 8, 2025
El desamor no cuida
julio 22, 2025Hay momentos en la vida en los que alguien nos hiere. Puede ser una pareja, un familiar, un amigo. Nos duele lo que hace, nos lastima lo que repite. Y como nos importa la relación, intentamos hablar, explicar, hacerle ver. Buscamos todas las formas posibles de transmitirle cómo nos sentimos, con la esperanza de que entienda.
Pero a veces, no lo hace. Y lo que empieza como un intento de conexión, se convierte en un desgaste emocional que solo agranda la herida.
Llega un punto en el que hay que hacer una pausa y asumir una verdad difícil: no lo va a entender. No porque seas poco claro. No porque no lo expliques con el corazón en la mano. Sino porque hay personas que simplemente no quieren, no pueden o no están dispuestas a ver el daño que causan.
La ilusión de que todo se puede conversar
Nos han enseñado que todo se puede resolver hablando. Que el diálogo siempre es el camino. Y en muchos casos lo es.
«Pero cuando el otro no está abierto, cuando hay negación, inmadurez o desinterés real por el efecto de sus actos, el diálogo se vuelve un callejón sin salida».
No se trata de rendirse rápido. Se trata de reconocer el punto límite en el que seguir insistiendo ya no es un acto de amor propio, sino de autoabandono. Porque seguir pidiendo algo que el otro no quiere o no puede dar, termina por romperte desde adentro.
Cuando explicar ya no sirve
La repetición del mismo dolor, la misma actitud hiriente, la misma indiferencia ante lo que expresas, es una señal clara. No es que no haya escuchado. Es que no le importa lo suficiente como para cambiar.
Y cuando alguien no está dispuesto a revisar sus actos, lo que tú haces al seguir insistiendo es quedarte en un lugar donde ya no hay reciprocidad emocional.
A veces no hay más palabras posibles. Solo decisiones.
¿Por qué cuesta tanto soltar?
Porque soltar duele. Porque se mezcla con la frustración de haber querido que esa persona reaccionara diferente. Porque confunde el corazón tener que soltar a alguien que aún quieres, pero que no te cuida. Porque te hace sentir que tal vez podrías haber hecho algo más.
«Pero cuando has dado todas las oportunidades, cuando hablaste con claridad y ternura, cuando pusiste sobre la mesa tus necesidades una y otra vez, ya no se trata de ti. No es tu responsabilidad cargar con la falta de conciencia emocional del otro».
Decir «basta» también es una forma de autocuidado
Soltar no es venganza. No es orgullo. No es indiferencia. Es una decisión amorosa contigo mismo. Es reconocer que tus emociones merecen espacio. Que tu voz merece ser escuchada. Y que si eso no está pasando, puedes retirarte sin culpas.
Decir «basta» es salir del círculo de desgaste. Es dejar de gastar tu energía vital en intentar arreglar lo que no está en tus manos. Es honrar tu paz mental. Y empezar a caminar hacia un vínculo (contigo o con otros) donde no tengas que explicar una y otra vez por qué mereces respeto.
No lo va a entender… y está bien
A veces la libertad emocional comienza con esta frase: no lo va a entender. No con resignación. Sino con madurez. Con la capacidad de aceptar que no todas las personas están listas para verse. Que no todos tienen la voluntad de reparar. Y que seguir mendigando comprensión solo te aleja de ti mismo.
Puedes querer a alguien y al mismo tiempo reconocer que esa persona no tiene un lugar saludable en tu vida. Puedes haber hecho todo bien y, aun así, necesitar soltar. Porque tu bienestar no depende de que el otro cambie, sino de que tú decidas cuidarte.
Mereces relaciones donde no tengas que explicar que algo duele
«Mereces vínculos donde tus emociones no sean minimizadas, donde no tengas que convertirte en terapeuta para que el otro entienda algo básico: que hacer daño y no asumirlo también es una elección».
Y si eso no llega, recuerda que tú también puedes elegir. Elegir irte, cerrar la puerta y reconstruirte.
No insistas. No lo va a entender. Y eso ya no es tu problema.
Con cariño,
Claudia Girón
@psclaugiron
https://www.claudiagiron.com/